Con este epígrafe, el número 101 de la revista Anales abre un nuevo ciclo donde se vislumbra una importante tarea: ordenar la riqueza humana que circula por el legado artístico-cultural a lo largo de las contribuciones que nos esperan, en diálogo con la tradición y la modernidad, con el pasado y el presente, con lo propio y lo extraño, con lo nacional y lo internacional. Esto quizá no es una tarea privativa de nuestros tiempos, sino más bien de la humanidad, pues, ya desde el siglo XVI Bernardo de Balbuena lograba apresar hábilmente en sus palabras aquello que dota de sentido a nuestro oficio: dar voz a la pulsión dinámica de la vida, contenida en los objetos en toda época y en todo lugar. Así, la serie de escritos que conforman el presente número relata y devela cada uno a su manera la importancia de los desplazamientos en la producción artística manifiesta en el trazo de rutas humanas, en el cruce de continentes, en la pasión por los cambios, en la inquietante búsqueda de adaptaciones y experimentaciones, en la arriesgada toma de posturas ante la continuidad de la tradición y su ruptura; a saber: la importancia del movimiento en la vida, presente ya como impulso interior de búsquedas personales, ya como elemento articulador de la vida social.