Resumen
En este artículo se narra la manera en que los pintores de la ciudad de México aprovecharon los festejos públicos de la mayoría de edad de Carlos II, en 1676, para reivindicar abiertamente el estatuto liberal e intelectual del arte del pincel, según se documenta en la relación contemporánea del poeta Alonso Ramírez de Vargas. Empleando el lenguaje de la emblemática, y el arte efímero, los artistas crearon un carro triunfal para presentar al arzobispo-virrey fray Payo Enríquez de Ribera sus demandas de reconocimiento profesional e hicieron una declaración pública de identidad corporativa que puede ayudar a explicar la reorganización del gremio de pintores de la capital novohispana a partir de 1681.
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