http://dx.doi.org/10.22201/iie.18703062e.2010.96.2311

Libros

 

Documentar para conservar. La arquitectura del Movimiento Moderno en México, Iván San Martín (comp.)

 

Xavier Cortés Rocha

 

México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2008

 

La protección y el estudio del complejo y variado patrimonio cultural encuentra su razón de ser en la conservación de la historia de la humanidad y de las civilizaciones en un proceso que no acaba, sino que se construye día con día. Si a lo anterior se añade el hecho de que las transformaciones urbanas actuales se han acelerado a un paso tan veloz que poco tiempo queda para percatarse de lo que sucede, el reto es aún más desafiante.

Ante estas consideraciones, resulta urgente crear mecanismos de protección y administración que complementen y actualicen los que ya existen, no sólo para cuidar los testimonios históricos del siglo XIX, sino también los creados durante el xx, cuya cercanía en el tiempo —o acaso su carácter "internacional"—, provoca que muchas veces pasen desapercibidos y no reciban la atención que merecen.

La compilación de boletines del capítulo de México de Docomomo aparece como antecedente obligado de la creación y puesta en marcha de esos mecanismos, pues toda actividad en el campo de la restauración y protección de lo que se considere parte del legado cultural de un país requiere previamente un proceso de estudio y documentación que le asegure bases firmes.

Pero ésta no es una compilación más, pues se ha estructurado de manera novedosa al dividir su contenido en "Obras", "Historias", "Noticias", "Memorias" y "Fichas" La selección de lo que en cada apartado se reúne debió ser difícil debido a la gran calidad y variedad del material que sobre este tema ya se ha elaborado y que, gracias a este magnífico documento, ha encontrado una forma más de difundirse y cobrar su dimensión real, pues no basta documentar y resulta necesario divulgar para conseguir que el patrimonio cultural alcance ese sentido de apropiación social que le da vida.

La obra aquí reseñada es un texto muy accesible que capta la atención de todo tipo de público, desde los expertos, hasta quienes poseen un interés especial por la evolución de la arquitectura. Es un libro que, al hojearlo, nos brinda la posibilidad de escoger lo que más nos interesa o lo que repentinamente llama nuestra atención por algún motivo, y también nos permite dirigirnos directamente hacia ello y enterarnos del asunto. No es por ello menos riguroso en la información que entrega y será, por tanto, bibliografía obligada para los estudiantes, pues mediante una presentación relativamente modesta ofrece un cúmulo de información muy valiosa que se expone de manera amena y accesible. Por medio de lecturas cortas, nos enteramos de datos concretos que, además, pueden alentar deliberaciones o investigaciones complejas y por demás interesantes. Aquí habría que resaltar la capacidad de síntesis de los autores, sobre todo cuando se ocupan de grandes temas como el constructivismo o el patrimonio de Veracruz, por dar dos ejemplos.

Es así como se puede afirmar que la publicación de esta obra es muestra contundente de que, en México, la enseñanza —y las líneas de acción— relativa a la conservación del patrimonio arquitectónico se fortalece, de manera permanente. Es evidencia también de que los académicos dedicados a investigar y enseñar en nuestro país impulsan cada día más una labor que había sido objeto de mucha menos atención que la dedicada a preservar el patrimonio construido antes del Movimiento Moderno.

Éste es sin duda uno de esos proyectos que habrán de tener continuidad, pues evidentemente hay todavía mucho que documentar sobre la arquitectura del Movimiento Moderno que seguramente —como sucede en este tomo— seguirá sorprendiendo y arrojando evidencia que para algunos será novedosa y para otros significará un repaso de lo que ya saben. En ambos casos, la experiencia será fructífera.

Recordar que en el Centro Histórico de la ciudad de México predominan las construcciones erigidas durante el siglo XX es valioso y debe enfatizarse. Lo mismo sucede cuando Louise Noelle se refiere a la bodega que construyó Félix Candela hace más de cuatro décadas en Londres, Inglaterra, la cual se ha mantenido en buenas condiciones, y ha sido catalogada por las autoridades correspondientes y conserva su uso original.

Un dato que tampoco puede dejarnos indiferentes es la "noticia" del libro que lleva como título Crueldad y utopía: ciudades y paisajes en América Latina, el cual explora la originalidad de la historia de las metrópolis latinoamericanas. Basta mencionar el título para provocar reflexiones interesantes en torno a esta iniciativa del curador Jean-François Le-Jeune.

Al respecto, se antoja citar a Fernando Winfield, uno de los autores, quien recuerda lo siguiente:

Si bien el Movimiento Moderno en la arquitectura intentó ser una expresión de carácter internacional y [provista de] principios con valores generalizados, considerados universales, en la práctica latinoamericana fue constantemente adecuado y reinterpretado de acuerdo a consideraciones locales, regionales y nacionales; clima y cultura establecen pautas que transforman los modelos europeos o norteamericanos.

Por ello, la arquitectura de este periodo constituye, hoy por hoy, "evidencia de un legado de alcance universal, desde un profundo entendimiento de lo local".

Ante estas consideraciones, resulta valioso evocar la noción de identidad a la que alude la conservación del patrimonio, que no considera "único" lo que es "original" o lo nunca antes visto, sino lo que responde a las peculiaridades de la cultura en que fue creado y que por ello es irrepetible en otras circunstancias.

Evidentemente, el tema de la identidad vuelve más complejo el análisis de esta etapa de la historia internacional. Pero no es sólo ese concepto el que interesa en relación con el tema, ya que, como atinadamente se afirma en uno de los boletines de Docomomo, la arquitectura del Movimiento Moderno tuvo un significado social, artístico y tecnológico más directo que otras corrientes más antiguas. Y sí, de hecho es más directo en tanto aportó creaciones de un pasado inmediato, pasado que muchos de nosotros vivimos y en el que por tanto pudimos observar transformaciones de los estándares sociales, avances tecnológicos e innovaciones.

Y fue esa innovación versus el tema de la identidad, la que suscitó el tan sonado "enfrentamiento" entre lo local y lo global, entre la tradición y lo novedoso, que planteó uno de los retos más difíciles para la arquitectura en los siglos recientes.

Pero también es indudable que este "enfrentamiento" impulsó el crecimiento de las propuestas de la arquitectura en México, de su calidad, su originalidad y su prestigio. Evidentemente, ha sido la arquitectura creada durante el siglo que nos antecede la que inició el camino hacia una arquitectura con características genuinamente mexicanas, irrepetibles en otro contexto cultural. No se puede dejar de mencionar a Luis Barragán, cuya obra fue "atrapada en la tierra, acomodada en el lugar de su emplazamiento, pero incómoda para ser trasladada, pues fue pensada para ese sitio y no para otro". Y es esa capacidad de ser "irrepetible" en otro contexto lo que parece tan difícil en esta época y en un pasado que se siente contemporáneo, pero es algo que se ha dado de hecho y que debemos estar atentos a conservar.

Es importante tener en mente que la evolución de los países es un proceso sin fin en donde la efervescencia social y cultural, que ha motivado etapas fundamentales del Movimiento Moderno en la arquitectura de Latinoamérica, seguramente provocará nuevos periodos y cimas que marcarán la historia de nuestra disciplina en todo el mundo. Será labor de organismos como Docomomo estar atentos al surgimiento de esos nuevos tiempos, que también habrán de ser documentados para garantizar su conservación. Sin duda, tal labor se realizará con el mismo empeño que se manifiesta en la compilación aquí reseñada, en la que se nos entrega el conocimiento de manera fluida y sutil, con esa sutileza que espera lectores atentos y sensibles, respetuosos y leales a sus orígenes.

La edición que reseño, como dije antes, ofrece obras, historias, noticias, memorias y fichas. En todas ellas encuentro enseñanzas atemporales de la arquitectura que, a mi parecer, confieren un valor agregado a toda iniciativa encaminada a conservar el patrimonio. Si bien se trata de dejar testimonio de manifestaciones diversas que respondieron a un momento histórico determinado, documentar y conservar el patrimonio es también una forma de buscar, en lo que se ha hecho antes, lo que hoy puede sernos útil; se trata de encontrar los principios fundamentales que dieron forma a una arquitectura determinada, así como ver más allá de un estilo o una forma y atender las innovaciones tecnológicas, científicas y económicas, tanto como las cuestiones relativas a su uso y funcionamiento. Se trata de encontrar, asimismo, conceptos que se refieran a la actuación ética, responsable y coherente de los arquitectos y de la sociedad en su conjunto.

Es, al mismo tiempo, una oportunidad para encontrar iniciativas exitosas, seguir ejemplos acertados, evitar los no tan acertados y, en fin, aprender siempre, analizar con mente crítica y sana. Ésta es la oportunidad brindada por la recopilación de Docomomo, que, como todo buen proyecto de investigación, abre nuevos panoramas para explorar el mismo tema, la posibilidad de considerar otro punto de vista desde donde mirarlo, de complementar lo expuesto y de promover otras inquietudes que den continuidad al proyecto.

Un personaje como fray Gabriel Chávez de la Mora, al decir de Louise Noelle, ha sabido " llenar las necesidades de diseño dentro del campo de la religión mientras que conjuga hábilmente lo espiritual y lo funcional". Por ello sus edificaciones religiosas han hecho historia y remiten a un México cuya tradición religiosa sobrevive, aunque no se estanca, tal como su arquitectura.

La misma Noelle llama nuestra atención hacia la casa de Acapulco de Enrique del Moral, que no se limita a responder a las necesidades de su tiempo y a adaptarse a su medio procurando no ser una copia de lo que en el mundo se construía. Antes bien, se trata de una casa-habitación basada "en las enseñanzas intemporales de la arquitectura popular sabiamente conjugadas con los preceptos de la arquitectura contemporánea".

Juan O'Gorman es otro personaje que, según Sara Topelson, supo combinar la influencia que recibió de Europa con "la identidad cultural mexicana y [...] un racionalismo canónico". Además, representa "la integridad del arquitecto preocupado por la innovación a partir de las necesidades sociales, [.] y que deja ver su oficio como un hecho social".

Al respecto, vale la pena reflexionar sobre conceptos como integridad, conciencia social, vocación de servicio, en fin, esa lista inagotable de valores inmateriales reflejados en una obra y fruto de enseñanzas atemporales que se deben revivir en cada oportunidad, pues tales valores determinarán la ética que tanto se necesita en los campos de la arquitectura, el urbanismo y la conservación del patrimonio.

Podrán publicarse reglamentos, acuerdos y declaraciones diversas, pero sin una actitud responsable, ética y respetuosa del hombre ante la sociedad a la que pertenece se seguirán dando casos en donde la especulación inmobiliaria resulte más importante que una obra como el Súper Servicio Lomas, construido por Vladimir Kaspé de 1948 a 1952, cuya potencial destrucción ha causado una viva polémica por ser un ejemplo destacado de la arquitectura funcionalista de uso comercial y de servicio de la época.

¿Por qué desapareció la Casa del Risco —obra magistral de Francisco Artigas—, que sintetizaba las aspiraciones de modernidad de una parte de la sociedad y que se convirtió en ejemplo de toda una época? Hoy, sólo sabemos de su existencia por documentos como el que aquí se reseña, y cabe agregar que se extraña en él una foto de ese edificio. No nos queda más que lamentar la endeble conciencia histórica que permitió su pérdida y, luego, consintió la construcción de un supermercado en el sitio que ocupaba el Casino de La Selva en Cuernavaca. ¿El saldo? —cuestiona Alejandro Ochoa en esta obra—: "dejo la respuesta en el aire para la reflexión".

Esa reflexión debe llevarnos inevitablemente al concepto de conciencia histórica y sensibilización respecto al valor del patrimonio, que tanto ha hecho falta durante esta época tan apresurada. Aquellos tiempos en que las leyendas y tradiciones —incluidas las constructivas— pasaban de boca en boca a través de la historia oral (como parte de la microhistoria local) —a la que Peter Krieger hace alusión en este libro— son conceptos valiosos y deben revalorarse para provocar una reflexión histórica que permitirá a este libro cumplir su cometido educativo y concientizador mediante la documentación.

De hecho, Peter Krieger subraya la necesidad de "intensificar la red de investigaciones arquitectónicas e incluir obras que tal vez no se encuentran en las grandes historiografías de la arquitectura moderna mexicana, pero que configuran, a su manera, el perfil plural del lugar y del tiempo". Y creo que tales son los conceptos medulares de la conservación del patrimonio: el lugar y el tiempo. Se trata así de documentar los testimonios culturales mediante lecturas profundas del lugar y el tiempo en que se erigieron, para entender el porqué de tal o cual arquitectura. Una enseñanza más que revive este documento: la arquitectura debe ser, siempre, de su tiempo y para su tiempo.

Una reflexión más, que resulta valioso efectuar es la de que el valor de la arquitectura no se mide por su dimensión ni por su forma, sino por su significado. La bóveda de cascarón de la antigua Bolsa de Valores de la ciudad de México, catalogada por Alberto González Pozo, no fue simplemente una cubierta novedosa, ya que sus autores, López Carmona y De la Mora, tuvieron que solucionar además cuestiones "como el uso y acondicionamiento de ese espacio, además de su funcionamiento ambiental".

Surge también el polémico tema relativo al destino de los edificios cuando cambian sus necesidades y funciones, como en el caso de la propia Bolsa de Valores. Es fundamental asignar nuevos usos mediante procesos críticos y multidisciplinarios para evitar daños, modificaciones o desapariciones extremas.

Pensemos por ejemplo en el Museo de Arte Popular que Sara Topelson menciona en esta obra y que actualmente ocupa el edificio art decó levantado por Vicente Mendiola y Guillermo Zárraga en 1928 para albergar la estación de bomberos y policías. Con esta readaptación se aprende que decisiones y proyectos acertados de reutilización de edificios históricos resultan determinantes para conservar adecuadamente el patrimonio cultural del país, revitalizando no sólo el edificio en cuestión, sino también el contexto en que se ubica.

Y, al hablar de revitalizaciones, vale la pena mencionar lo que sobre la ciudad de Veracruz se escribe en un apartado de la obra aquí reseñada: han de evitase tristes y célebres "remodelaciones" como la del cine Reforma, convertido en el actual teatro Reforma. Es digno de reflexión también el tema de las "delimitaciones" de los proyectos de rescate, que deben extenderse a ciudades enteras y no quedarse en los cascos históricos, ya que por ejemplo, en el caso de Veracruz, ha incluido el edificio del Banco de México de Carlos Lazo, pero "por cuatro cuadras [de distancia] no alcanza al hospital regional de Enrique Yáñez."

Los textos de este libro son invitaciones a extender las enseñanzas —para crear conciencia— sobre lo que ha sucedido y sucede con el patrimonio de todo México. Es lamentable que el cine Sélem, de Campeche, sea sólo uno de los muy pocos edificios de equipamiento representativo del Movimiento Moderno dentro de lo que fue el recinto amurallado. En esa ciudad, incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad por su reconocido valor urbano y arquitectónico excepcional dentro del contexto peninsular, inobjetablemente, como señala el autor del texto dedicado al inmueble, ejemplos como aquel cine constituyen hitos y ejemplos únicos que "representan la irreverente irrupción del Movimiento Moderno en el Centro Histórico de la ciudad de Campeche". Convertirlo en un estacionamiento y pasar por alto el significado de los interesantes elementos expresivos y funcionales que dan forma a su fachada son medidas irrespetuosas. Y, si algo ha de inspirar esta publicación de Docomomo México, es respeto.

Ése es finalmente el objetivo de publicaciones como la aquí comentada: velar por la trascendencia de la arquitectura del Movimiento Moderno. Pero una trascendencia digna, con vida y en uso, pues se encarna en obras que consolidaron nuestra disciplina como una de las más prestigiadas y distinguidas del mundo, como una arquitectura que, día con día, refleja la historia de un país en progreso, atenta a la vanguardia pero sin olvidar sus raíces.

La tenacidad manifiesta en este trabajo habrá de heredarse a las nuevas generaciones de profesores, investigadores y estudiantes, ya que el camino emprendido cobrará cada día mayor relevancia, pues, como evoca la representación de la diosa griega Clío, a la que Iván San Martín hace alusión en el prefacio de esta obra, "la Historia abarca todos los lugares y todas las épocas".